CRÍTICA: Mute - Otro quiero y no puedo de Netflix



Netflix vuelve a la carga con otra gran producción, dispuesta a seguir dando que hablar y a hacerse poco a poco un hueco en el panorama cinematográfico actual desde la pequeña pantalla. Tras el descalabro en cuanto a crítica de The Cloverfield Paradox, la plataforma llega dispuesta a redimirse con Mute, otra cinta con claros tintes de ciencia ficción, dirigida por Duncan Jones (Moon, Código fuente) y escrita por este mismo junto a Michael Robert Johnson (Sherlock Holmes, Pompeya).

Mute se sitúa en Berlín, año 2056. En este futuro relativamente cercano y distópico se encuentra Leo, personaje mudo interpretado por Alexander Skarsgard (conocido por series como True Blood o la primera temporada de Big Little Lies) quien comenzará una exhaustiva búsqueda por los bajos fondos de este Berlín futurista después de la desaparición de su novia, encarnada por Seyneb Saleh.

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Pese a que la premisa pueda parecer, en principio, interesante, la ejecución sin duda alguna no está a la altura. Si bien es cierto que se pueden rescatar elementos destacables de ambientación de dichas sórdidas profundidades de la ciudad, la trama se queda en un nivel muy inferior. Y es que si algo no falla nunca en las producciones Netflix es el alto nivel de producción, y en este caso no se puede decir que sea una excepción. Sin embargo, esto también tiene sus desventajas, y es que en el caso particular de esta película, ni el guion ni actuaciones están al nivel.

Duncan Jones, director de grandes títulos como los anteriormente citados, pasa sin pena ni gloria en cuanto a dirección. El guion es otro cantar. Según avanza la historia se van acumulando los momentos erráticos y casi ningún personaje se salva de algún dialogo absurdo o trillado (salvo Skarsgard por razones obvias de su personaje).

La trama ya por eso se hace inestable en ciertos momentos, y el reparto no ayuda. La gran mayoría de este son actores poco contrastados, y en general ninguno está a la altura de una producción de este nivel. Hasta Paul Rudd (Ant-Man, Las ventajas de ser un marginado) se contagia de esta mediocridad en su personaje en una actuación más que discreta y un personaje que definitivamente no le hace justicia. 

Quizá, la única buena noticia en cuanto a actuaciones es el propio protagonista, pese a su expresión facial casi invariable en toda la película,  y para el que la imposibilidad de hablar,  más que hacer el personaje interesante, consigue beneficiarle al no ser objeto de esos problemas de guion comentados, además de que,  como la mayor parte del desarrollo de su acción se mantiene al margen del resto de personajes, no recibe el vicio de estos. Se puede decir que Skarsgard cumple de forma aceptable,  algo que, sin ser demasiado destacable, le sirve (por lo menos) para estar por encima de sus compañeros de reparto. 




Un thriller de buena producción que mantiene un ritmo de acción bajo durante la totalidad de la cinta (lo cual no es necesariamente malo) donde prácticamente los momentos de acción pura no existen, y que hasta en la resolución del conflicto principal se mantiene. Resolución que, dicho sea de paso, es ofrecida de forma parcialmente sobrevenida, inesperada, y con escasas explicaciones. 

Mute es un nuevo intento sci-fi de Netflix por llevar su cine a un escalafón relevante dentro de la industria actual. Un querer que, de momento, no acaba de ser poder. Pero no cabe duda de que lo seguirán intentando. 

Mute está disponible en Netflix desde el 23 de febrero.


Artículo realizado por Diego Senso.