Un Lugar Tranquilo ( A Quiet Place) es la gran sorpresa de este año. Una película de suspense fresca que tiene un montón de aspectos positivos, pero el principal de ellos es el mismo concepto del film.
Un argumento inquietante que se presenta en un escenario caótico donde el sonido es un personaje más de la película. Tanto lo que oímos como lo que no oímos es lo que construye la tensión de cada escena. Por este motivo os aconsejamos ver este film en una sala lo más silenciada posible y evitar ante todo comer palomitas mientras la veis.
John Krasinski realiza su debut como director por la puerta grande. Tanto él como su esposa Emily Blunt resultan ser los grandes pilares de Un Lugar Tranquilo.
Es precioso de ver como un matrimonio consigue un trabajo en equipo donde ambas partes se benefician. Krasinski dirige con confianza y gran acierto a Blunt, pero es precisamente ella la que le regala a su esposo maravillosos planos con gran peso emocional gracias a su interpretación. Emily Blunt está increíble en este papel.
La fotografía ofrece colores llamativos y contrastados, se consigue una atmósfera que cabalga entre cálida y otoñal como oscura y agobiante. Un aspecto virtuoso del film es que cada escena silenciosa tenga pequeños detalles cotidianos que cuenten ingente información.
Se siente empatía con la familia protagonista, es verdad que se usan trucos para lograrlo pero es precisamente la brillantez de esos trucos lo que hace que el espectador se sobrecoja de principio a fin.
El único lastre que se puede observar es algún que otro diálogo genérico con cursileria facilona pero no se sienten molestos ya que no dejan de reiterar el mensaje de amor y unión familiar que quiere transmitirnos Krasinski.
El conjunto hace un film solido, que construye la tensión de la misma manera que Spielberg la hacía en sus mejores obras y cuyo climax final bebe de directores como Hitchcock o Shyamalan. Te guste el terror o no, esta película merece su visionado por todo el ingenio que desprende en cada secuencia.
TRÁILER
Reseña realizada por Jorge Soteras