CRITICA 'TRAIN TO BUSAN'



Si bien es cierto que las películas de género zombi estan ya un poco manidas, no hay que menospreciarlas nunca sin antes darles una pequeña oportunidad de innovar o por lo menos generar en nosotros, los espectadores, sentimientos algo satisfactorios con respecto a las imágenes apocalípticas y los sonidos viscerales bastante recurrentes en historias de este calibre. 
El siguiente largometraje, Train to Busan (2016), firmado por Yeon Sang-ho, no solo ha conseguido obtener este pequeño voto de confianza por parte del público surcoreano y europeo, sino que ha logrado ganarse la crítica de festivales como Cannes o Sitges, siendo seleccionado en ambos. 
La sinopsis gira entorno a un virus que se expande rápidamente, quizás demasiado, por toda Corea del Sur, provocando violentos altercados que tienen como denominador común el canibalismo y la alienación. Paralelamente, los pasajeros de un tren KTX, que viaja de Seúl a Busan, tendrán que luchar por su supervivencia entre vagones progresivamente infestados por este virus desconocido. 
Es una trama simple, la máxima de sus protagonistas es escapar de sus paisanos infectados, y bajo esta premisa de no contar nada nuevo, Sang-ho invierte la equación y crea una historia donde lo importante no es tanto lo contado, sino la forma en la que se cuenta. Y se sirve así de unos efectos especiales calculados al milímetro, unas actuaciones sin adornos y efectivas y un ritmo que no da tregua alguna para representar lo que posiblemente seran escenas consideradas de culto -dentro del género- para la posteridad. 
Protagonizada por Gong Yoo, Kim Soo-an y Ma Dong-seok, esta es sin duda una pieza imprescindible del cine asiático más reciente que, lejos de envidiarle nada a las grandes producciones hollywoodienses, todo amante del cine de acción y comercial querrá ver. 

Tráiler:

Por Raimon López